Cosas que hacemos para salvarnos de nosotros mismos
Llevo horas intentando escribir la primera linea de esta carta. Veo la pantalla en blanco y el puntero intermitente como recordándome que he perdido el toque.
Tengo el pelo demasiado largo. Me desconcentro. Ya se me formaron colochos y no puedo evitar jugar con los mechones.
Es como si supieras que es lo que estoy pensando, como si ya supieras que voy a decir. Como si ya hubiera usado todas las palabras, parábolas, hipérboles o símiles que podía inventar. Casi puedo decir que te robaste mis palabras, sin que hayan salido de mi boca.
Ya no puedo escribir, porque nunca aprendí a escribir de algo que no fueras tu. Me he vuelto monotemático, aburrido, soso, y un poco más desenfocado de lo usual.
No es normal que me sienta así, pero tu nunca fuiste habitual. Tu hacías fantástica la cotidianidad, casi imposible de olvidar. No es casualidad que viva pensando en la posibilidad de toparme contigo, especialmente cuando sopla el viento y cierro los ojos. No es justo decir que te extraño, más bien te recuerdo.
Estoy aprendiendo a vivir en esta nueva realidad. No esta mal, uno se acomoda a la tierra bajo sus pies. Nadie podría ocupar tu lugar.
Aunque hubiera un millón de mujeres más hermosas, en ese preciso momento, en medio de la noche y el ruido, se que tenia que besarte para sentir que algo había valido la pena.
Lo cierto es que, me gustas, pero no lo suficiente. Es divertido lo que tenemos tu y yo, pero siento que tu querer esta incompleto. Lo siento, es mi culpa. Estoy habituado a que me quieran bonito, a pasar tiempo sin sentido, a tener la sangre liviana y dejarme llevar.
No me malentiendas, me agradan los segundos contigo. Lo que sucede es que disfruto de esta mal ganada libertad, soy más desconfiado y ya no me gusta eso de sentirme vulnerable.
Aún tengo corazón, pero soy una obra en construcción. Me estoy reinventado y eso no es precisamente lo mejor.
Lo cierto es que hice un desorden. Esta carta no tiene sentido para este punto. Me acabo de dar cuenta que no se trata de lo que escriba, se trata de que jamás me volverás a leer igual. Y yo tampoco podré hacerlo.