Fortuito
Toparme con usted fue un accidente. No lo pensé, no lo calcule, no lo esperaba. No eran formas de conocerse las nuestras. Ni la hora ni el día el indicado. A usted no la tenia presupuestada sentimental ni emocionalmente.
Antes de usted, yo ya me había resignado a demasiadas cosas de la vida. Ya no estaba realmente intentando nada. Había dejado de ver hacía afuera y miraba solo para adentro.
No la estaba buscando. Ya me había cansado de ver al cielo y solo divisar estrellas fugases. Ningún brillo permanente, ningún fuego que marcara mi cuerpo. Mucha velocidad, pero nada de calor. Una compañía ingrata que te hace sentir soledad y te enfría el alma.
Antes de que usted llegara yo ya quería ser mejor. Casi como si me estuviera preparando para nuestro encuentro fortuito, yo ya le escribía cartas de amor al aire y en mi pensamiento le dedicaba canciones a la nada. No sabía que luego de usted, mis palabras encontrarían sentido y las canciones a la persona con quien bailarlas.
He tenido que volver a sacar el corazón del cajón y sacudirle el polvo. Volverlo a encender y sobre todo regresarle el pulso. Enseñarle, de nuevo, a sentir dolor y amor. Darle cuerda a la emoción. Que corra ese motor con cada latido, mover el cuerpo y acelerar la respiración.
Caminar, andar, trotar, correr y tomar vuelo. Todo de nuevo. Comenzar de nuevo. Está coincidencia con usted me hace tan bien. Me devuelve el alma al cuerpo. No sé cuando me va a durar esta compañía, pero jamás volveré a ser el mismo. Usted ya me cambio.